El 5 de noviembre Kamala Harris y Donald Trump competirán por la presidencia en una contienda con final abierto. Cómo funciona la elección de representantes de forma indirecta.
En 2016, el extravagante multimillonario Donald Trump era elegido presidente en Estados Unidos tras vencer a la demócrata Hillary Clinton. El recuento indicaba que el magnate del partido republicano había conseguido 62.979.879 votos, mientras su rival cosechó 65.844.954 sufragios a favor. Entonces ¿Qué pasó?
En las democracias actuales existen dos formas de elegir candidatos del Poder Ejecutivo: una directa (donde cada voto emitido en una boleta se contabiliza de forma individual dentro de un total de votos -caso argentino-) y otra indirecta (a través de un grupo de electores designados por cada uno de los estados, que integran el Colegio Electoral -caso EE.UU-.
El Colegio Electoral es un organismo integrado por 538 delegados -electores- que representan a los distintos estados y son los encargados de elegir Presidente y Vice en nombre de los habitantes de esos estados. A cada estado le corresponde un número de electores igual a la cantidad de legisladores nacionales de ese distrito (en la Cámara de Representantes depende de la población y en el Senado todos tienen 2).
Algunas consideraciones importantes sobre esta modalidad es que en la práctica cada ciudadano ya sabe a quién va a votar tal o cual elector porque hay una diferenciación partidaria. Si tomamos el ejemplo de las elecciones de la próxima semana, los ciudadanos que apoyan al partido demócrata saben que los electores de ese espacio votarán por Kamala Harris, mientras que los que partidarios del republicanismo saben que los electores lo harán por Donald Trump. Es decir, el votante elige a la dupla Presidente/Vice, al elegir al elector que ha comprometido su voto a esa fórmula.
Con conocimiento de esta situación podemos encontrar una gran diferencia con respecto a nuestro sistema de votación: los votos no van a una bolsa general donde se contabilizan voto a voto los apoyos a cada candidato, independientemente de que después se especifique cuántos sufragios tuvo en cada provincia, municipio, etc. Sino que los votos se contabilizan en esa figura intermedia (entre el ciudadano y el candidato) que es el Colegio Electoral, que representa a los 50 estados y al Distrito de Columbia y que tiene 538 miembros como se mencionó anteriormente.
Por lo general, los electores son líderes de cada uno de los partidos políticos, legisladores estatales o donantes, que son nombrados cada 4 años antes de la elección presidencial. Dependiendo del estado, algunos son electos durante la convención Demócrata o Republicana, y otros aparecen en la papeleta de la elección general, según explica The New York Times.
Para garantizarse el puesto en la Casa Blanca, un candidato al Ejecutivo debe obtener 270 delegados del Colegio Electoral, lo que equivale a la mitad más uno de los 538. Esto sucedió en 2016, cuando Trump, consiguió sumó 304 votos de delgados, ganando en 30 estados. Por su parte, Clinton (a pesar de haber tenido 2,8 millones de votos más que su contrincante) sacó 270 votos de representantes del Colegio Electoral, imponiéndose en 20 estados.
La elección del próximo 5 de noviembre en Estados Unidos resulta de mucha importancia para la Argentina, entre otras cosas por el alineamiento absoluto de Javier Milei con el país del norte, pero también repercutirá en el futuro de la geopolítica de un mundo cada día más en conflicto.
Esta nota no pretende adelantar lo que pueda pasar en la elección de EE.UU, sino más bien acercarnos a una modalidad de elecciones indirectas, con sus luces y sus sombras si se la compara con la forma directa, pero que nos compromete a intentar interpretar algunos puntos clave de las complejas democracias que existen actualmente.