En su última misa, el obispo Gabriel Mestre, que seguirá su camino en La Plata, dijo sus últimas palabras y terminó llorando desconsoladamente ante el aplauso sostenido de los asistentes. “Los voy a extrañar porque nunca tuve que confesarme de no entregarle mi tiempo a la diócesis ni a ustedes”, remarcó.

Gabriel Mestre se despidió a corazón abierto de Mar del Plata. En una misa muy emotiva, el obispo que seguirá su camino en La Plata dijo sus últimas palabras y terminó llorando desconsoladamente ante el aplauso sostenido de los asistentes.La ceremonia comenzó puntualmente a las 16 horas, como estaba previsto. “Agradezco a las autoridades presentes y a toda la comunidad por todo este tiempo compartido, por estos seis años”, comenzó diciendo. Mestre lució conmovido en la lectura de sus últimas palabras y repartió muchos agradecimientos, haciendo foco en la pandemia, donde remarcó que “la vivimos unidos”. Luego reconoció a los “hermanos y hermanas que han venido de distintos rincones” y a las “estimadas autoridades de los distintos ámbitos”. “Cada eucaristía es única e irrepetible, todas son importantes. Algunas misas acompañan momentos particulares de la vida de una persona, familia o comunidad, hoy tiene el matiz existencial ya que el pastor de despide de su comunidad. El padre parte para servir a Dios en otro lugar, reunidos en comunidad hacemos acción de gracias por lo vivido en estos seis años”.
En la continuidad del discurso, Mestre dijo que “propongo tres puntos para meditar” y mencionó las palabras “gracias, desarraigo y equipo”.
“Gracias, una acción de gracias siempre mira en primer lugar a Dios porque es la fuente de todo lo bueno que nos acontece. La iglesia diocesana de Mar del Plata es madre y hogar”.
“Gracias por poder compartir la vida de cada comunidad cercana y lejana, de las periferias. Allí fuimos con la carpa misionera, a los barrios más postergados”.
Sobre el desarraigo, Mestre enunció que “me siento profundamente interpelado por la primera lectura, la experiencia de Abraham, dura y fecunda, es la mía hoy”.
“Me surge esa palabra acompañada de otras similares como desprendimiento, desinstalarse, éxodo, salida, transformación y cambios profundos. Las despedidas me han dejado al límite de mi afectividad. Todo ha sido muy fuerte en este tiempo. Nunca experimenté con tanta fuerza las palabras: deja tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te mostraré. Hoy las experimento con mucho realismo”, manifestó.
“Me resulta muy duro desarraigarme, me cuesta no estar en la Caravana de la Primavera, ni la Invasión de Pueblos en Villa Gesell, ni realizar la Marcha de la Esperanza número 50”, destacó.
“El dolor del desarraigo se transforma en luz de esperanza. Puede ser un Viernes Santo, pero tiene la luminosidad del Domingo de Resurrección. Pidámosle a Dios que el desarraigo sea fecundo y dé frutos de bien”
Al referirse al equipo, sostuvo que “desde el momento de mi nombramiento recibí agradecimientos y felicitaciones. Por momentos me da vergüenza”.
“Lo bueno que pude hacer es porque hubo un equipo que sostenía y ejecutaba. Dones variados y un solo espíritu, diversos miembros y un solo cuerpo en Cristo. Valoro de corazón haberlos tenido para llevar adelante mi servicio como pastor”, dijo Mestre.
“Con ustedes hemos conversado y confrontado decisiones importantes, siempre con riqueza y profundidad, hablando con caridad y libertad, ni negando ni tapando lo oscuro de nuestra Iglesia”, afirmó.
“Atendimos la realidad de las familias, los pobres y los jóvenes. Por eso sigue el camino hacia el 2025. El trabajo en equipo es un signo distintivo desde los primeros momentos de la Iglesia de Mar de Plata”, dijo luego.
Más de 200 personas estuvieron siguiéndolo en vivo por el canal de YouTube de la Diócesis de Mar del Plata, que tiene cerca de 5 mil seguidores.
Para finalizar, Mestre mencionó palabras de Pironio antes de irse a Roma. “Te pido señor por todos estos que llevo dentro de mi corazón. A todos lo pusiste en mi camino y no fue casualidad, fue tu providencia y el destino del padre”.
“Tú los has puesto en mi camino, estoy seguro. De muchos conozco el nombre, de todos siento el cariño. Los llevo conmigo, en mi propio silencio de contemplación”, refirió.
Volviendo a su sentir, Mestre, emocionado, dijo que “realmente los llevo dentro, muy dentro de mi corazón, fui inmensamente feliz como obispo de Mar del Plata. Gracias al cariño y al afecto de ustedes, incluso los desencuentros han tenido una dosis de positividad y esperanza”.
“Mirando estos seis años, puedo decir que disfruté de cada lugar y de cada pequeño o gran acontecimiento. Me llevo los rostros y los sentimientos de todo lo que Dios nos permitió gozar. Los voy a extrañar mucho, creo que muchísimo. Y me preguntaba por qué. En estos seis años he cometido errores y pecados y he celebrado el perdón para mi una vez al mes”, remarcó.
“Los voy a extrañar porque nunca tuve que confesarme de no entregarle mi tiempo a la diócesis ni a ustedes. He podido serle fiel a Dios y a ustedes buscando entregar lo más preciado que podía ofrece, mi tiempo”.
“Siempre busqué que mi tiempo sea el de ustedes. Jamás escatimé un minuto de mi vida para alguien o algo de la Diócesis. Mi tiempo ha sido siempre, para cara grupo, para cada comunidad, haciendo malabares con la agenda para llegar siempre y a todos lados”, cerró emocionado y recibió un aplauso cerrado que se extendió por varios minutos.