La revista National Geographic publicó la historia en su portal web y en sus redes sociales, en una nota que cuenta paso a paso cómo fue rehabilitado y readaptado a vivir y cazar en el océano después de 41 años de cautiverio.

Un homenaje para nuestro tortugo que ya viajó más de 3.000 km y actualmente se encuentra nadando en aguas profundas a 184 km de las costas de Río de Janeiro, en Brasil.
El tortugo Jorge, que pasó más de 40 años en una pecera del exacuario municipal de la Ciudad de Mendoza, desde que fue rescatado de una red de pesca en Bahía Blanca, en 1984, comenzó su entrenamiento hacia la libertad en Mendoza.
Lo primero fue readaptarlo al agua salada. La revista de Natgeo destacó todo el trabajo que debieron hacer los investigadores –con Mariela Dassis, investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a la cabeza- y entrenadores –quien dirigió esas tareas fue Alejandro Saubidet-.

Primero se hicieron pruebas para ver si el tortugo soportaba la salinidad del agua. A lo largo de varios meses, la sal de la piscina se fue incrementando gradualmente hasta alcanzar el 3,3 %, lo que las tortugas de la especie caretta caretta pueden tolerar en su hábitat natural.
Allí se le realizaron análisis de sangre y pruebas para ver si el tortugo Jorge podía excretar la sal. Cuando todo esto funcionó bien, el segundo paso de la adaptación al océano fue que recuperara su instinto cazador.
En el estanque de 20.000 litros del ex acuario de Mendoza Jorge había sido alimentado con huevos duros y carne, pero no era seguro que pudiera cazar.
Debieron enseñarle esto también: comenzaron a lanzarle caracoles y cangrejos, y Jorge debía ir tras ellos. Al principio le costó dar este paso, relató el entrenador a la National Geographic. Pero luego, fue aprendiendo a hacerlo.
Con el tiempo, cuenta la publicación- Jorge se convirtió en un hábil cazador, empezó a emitir más sonidos e incluso construyó refugios, tal como lo hacen las tortugas en su hábitat natural para descansar, esconderse de los depredadores y protegerse de las corrientes. Los investigadores incluso crearon corrientes en la poza a las que Jorge se acostumbró.
Así y ya habiendo terminado esta adaptación, el tortugo estaba listo para enfrentarse al mar.
Desde el 11 de abril, cuando fue liberado en Mar del Plata –liberación que tuvo expectante a la investigadora marplatense Mariela Dassis por varios días- con un telémetro adherido a su caparazón, hasta hoy, Jorge ha recorrido 3.000 kilómetros.
Se orientó por las corrientes marinas y los responsables de su reinserción piensan que Jorge va a volver a Praia do Forte, el lugar en el que se estima que nació.
Por el momento, el tortugo Jorge se encuentra en las inmediaciones de Río de Janeiro y quienes han seguido la historia de su regreso al océano creen que lo logrará y se convertirá en la tortuga marina que más tiempo pasó en cautiverio y logró volver a su hogar.