Emiliano Martínez y Emiliano Buendía, los dos futbolistas nacidos en Mar del Plata que fueron involucrados en la suspensión del clásico entre Brasil y Argentina, tomaron el vuelo junto a sus compañeros.
Luego del escándalo y la suspensión, uno de los interrogantes era qué iba a pasar con los cuatro jugadores implicados en la polémica a la hora de llegar a migraciones. Sin embargo, los marplatense “Dibu” Martínez y Emiliano Buendía, al igual que “Cuti” Romero y Gio Lo Celso, sólo tuvieron que realizar una declaración y pudieron dejar Brasil sin problemas con el resto del plantel, que estuvo asesorado por el embajador Daniel Scioli.
“Ya finalizando los trámites en el aeropuerto de San Pablo para que puedan regresar todos juntos al país”, relató en Twitter el ex Gobernador de la Provincia de Buenos Aires.
Argentina estaba disputando su encuentro de Eliminatorias ante Brasil, pero a los cinco minutos se metieron al campo las autoridades sanitarias para llevarse a los cuatro futbolistas argentinos de la Premier, acusándolos por no haber cumplido con los protocolos referidos al coronavirus para los extranjeros que llegan desde Inglaterra y por haber dado información falsa cuando entraron a Brasil.
En medio de discusiones, empujones y desconciertos, los de Scaloni dejaron el campo de juego. Las 1.500 personas que estaban en el Arena Corinthians no lo podían creer. Los millones que seguían todo por la TV, tampoco. Y, un rato después, la Conmebol anunciaba que se suspendió el partido, con la aclaración de que es organizado por FIFA, como para sacarse responsabilidades de encima.
Fue el peor de los finales de una historia de alta tensión. El plantel argentino ya tenía una idea tomada ante el ruido que se había generado en las horas previas: si no pueden jugar los cuatro implicados, no juega nadie. Así de claro. Todos o ninguno, y es en definitiva lo que terminó pasando cuando la Selección no quiso seguir.
Los cuatro funcionarios de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil (Anvisa) y un policía que se metieron en la cancha con una orden para deportar a Emiliano Martínez, Giovani Lo Celso, Cristian Romero (que eran titulares) y Emiliano Buendía (que estaba en el banco), provocaron un escándalo que quedará en la historia negra del fútbol mundial.
El entrenador Lionel Scaloni, afirmó: “Me gustaría que la gente en Argentina entienda que como entrenador debo defender a mis jugadores y si entra gente diciendo que si los querían llevar o deportar, no había chance porque en ningún momento a nosotros se nos avisó que no podían jugar el partido”.
Claudio Tapia también se mostró muy molesto por la situación: “No se puede hablar de mentira. Hay una legislación sanitaria y las autoridades sanitarias aprueban un protocolo vigente. Nosotros venimos cumpliendo todo porque nos preocupa que los jugadores puedan volver bien a sus clubes. Lo que se vivió fue lamentable: cuatro personas sin barbijo ingresaron al campo e interrumpieron el partido”.
Los cuatro futbolistas argentinos habían sido denunciados por el Gobierno de Brasil por violar las normas migratorias relacionadas con la pandemia de coronavirus. Existe una norma para el ingreso a suelo brasileño, prevista en la Ordenanza Interministerial No. 655, de 2021, que establece que los viajeros extranjeros que hayan pasado por Reino Unido, Sudáfrica, Irlanda del Norte e India en los últimos 14 días no pueden entrar a Brasil.
Horas antes del duelo, hubo una notificación oficial al respecto. La Policía Federal fue al hotel donde concentran Lionel Messi y compañía. Pero, la Conmebol intervino con el argumento de que se encontraban respetando la burbuja de las competencias sudamericanas. Y por eso, después de largas negociaciones, el plantel se había trasladado por completo al estadio. Se creía que los cuatro podían jugar, pero no estaba previsto el papelón.
Una vez aterrizada la delegación Argentina en Ezeiza, los dos marplatenses viajarán a Croacia para hacer cumplir el aislamiento y regresar a Inglaterra para sumarse a Aston Villa. Era parte del acuerdo previo para que puedan viajar y que la relación entre los jugadores y su club no sufra consecuencias negativas.