El equipo de Sebastián Beccacece le ganó 2 a 1 a Palmeiras en Brasil, mismo resultado por el que había perdido en Florencio Varela, y se consagró campeón de la Recopa Sudamericana luego de imponerse 4 a 3 en la definición por penales, para vencer al campeón de la Libertadores y hacer historia.
Defensa y Justicia logró el segundo trofeo internacional de su historia en apenas 79 días, luego de estar dos goles abajo en el global, empatar 3 a 3 en el tercer minuto adicionado del complemento, con un penal atajado por Unsain en el tiempo suplementario, y derrotar 4 a 3 en la definición por penales a Palmerias en Brasilia.
El remate de Weverton por arriba del travesaño consagró a los de Florencio Varela luego de la definición desde los 12 pasos. Para Palmeiras convirtieron Menino, Gómez y Roni, mientras que para Defensa anotaron Frías, Merentiel, Isnaldo y Fernández.
El final fue escandaloso. Porque al árbitro uruguayo Leodán González se le fue el partido de las manos. Al minuto de comenzado el alargue hubo un manotazo de Gustavo Gómez en el rostro de Merentiel en el área local que nadie del VAR advirtió. Por el contrario, apenas 120 segundos más tarde, sí le avisaron al juez de una clara falta de Unsaín sobre Rony en el área de enfrente.
Tras el penal sancionado se generó una fuerte discusión entre los dos bancos de suplentes, que increíblemente terminó con Braian Romero expulsado. Cuando todo se reanudó, Unsain le desvió el remate a Gómez, que fue a buscar el rebote, y allí Meza le cometió otro penal, que no se sancionó.
Pero ya todo forma parte del pasado. Lo único cierto es que Defensa y Justicia estuvo a la altura de las circunstancias, y es un muy justo campeón. Por actitud y decisión. Y aunque el conjunto brasileño pegó en los momentos justos en Buenos Aires, como local se vio superado en gran parte del desarrollo.
Lo más valioso que tiene el Halcón de Varela es su identidad, que trasciende futbolistas y entrenadores. Lleva siete años en primera división jugando a lo mismo. Se modifican los apellidos de un lado y del otro de la línea de cal, pero la idea no se modifica. El club potencia jugadores y luego, inevitablemente, los vende. Y entonces, aquellos que reemplazan a los transferidos aplican la misma receta. Con esa fórmula, durante buena parte de los 180 minutos, en Buenos Aires y en San Pablo, Defensa superó durante varios pasajes al campeón de América.
Fue un gran partido y una gran final. Con intensidad, emoción hasta el último instante y buen fútbol. Donde lo único que falló fue el arbitraje. Sabiéndose en desventaja, los dirigidos por Sebastián Beccacece salieron rápido a buscar el 1 a 0. Pero Palmeiras no se dejó sorprender y se sumó con gusto al golpe por golpe.
A los 19 minutos, el equipo argentino recibió un sopapo inesperado. Una mala salida desde atrás fue aprovechada por el equipo paulista. Rony ingresó en el área y Meza lo derribó. Con la ayuda del VAR, el juez cobró penal y Rafael Veiga lo cambió por gol.
Lejos de derrumbarse, Defensa mantuvo el mismo libreto. Y a los 30 tuvo su merecido premio. Una gran jugada colectiva derivó sobre la derecha en Rodríguez. El lateral metió el balón en profundidad para el desborde de Pizzini. Y el centro atrás lo aprovechó Romero, que al igual que en Buenos Aires estableció el 1 a 1 parcial.
En el complemento la intensidad se mantuvo. Defensa siguió buscando el gol que le permitiera estirar la definición de la Recopa. Los riesgos fueron altos. Porque Palmeiras tuvo espacios para definir el título de contragolpe. Sin embargo, a los 23 minutos el Verdao se quedó con 10 hombres por la expulsión de Viña (por una patada en la espalda de Meza).
Con Roni de un lado y Pizzini del otro como las figuras destacadas, el partido se iba diluyendo, y las oportunidades inevitablemente se acababan. Pero llegó el milagro: en el cuarto minuto de tiempo adicional, un latigazo de Benítez desde 25 metros selló el merecido 2 a 1 para Defensa, que llevó todo al alargue.
A un mes de su regreso a Florencio Varela, Beccacece se da el gran gusto de lograr su primer título como entrenador. Con una satisfacción aun mayor, que es la manera de coronarse. Con dinámica, actitud, firmeza y muy buen juego. Sus jugadores dejaron todo, y el resultado premió esa entrega.
Aquella frase que enunció Hernán Crespo después de ganar la Sudamericana, volvió a cobrar fuerza: ” Esto arrancó en junio de 2012, el trabajo tiene varios años. Hay que tener disciplina, no bajar los brazos, pensar que no hay que cortar camino… el de la educación, también. Hay que respetar a todos. Nosotros les dimos un mensaje a la sociedad, deportivo y social, de que hay que creer en sí mismos. De sostenerse entre otros.”
Defensa y Justicia tiene en claro eso, y defiende esa premisa contra viento y marea. Con tal o cual futbolista. Se llame como se llame su entrenador. Gane o pierda. Allí se esconde el secreto de su éxito. Y cuando un equipo tiene claro el rumbo, levantar dos copas internacionales en menos de tres meses es una consecuencia lógica.
Fuente: “Canchallena”, La Nación.